Cuanta diferencia va, pues tú fotografiabas tu casa cubierta de nieve, y yo dos días después desde la calle donde habitaba nuestra hermana, esta imagen de la Guia tomaba. Y sin saber porque, y si a cuento viene, me he acordado de esta poesía de Juan de Arguijo, que a ti mi hermano dedico.
Yo vi del rojo sol la luz serenaturbarse, y que en un punto desaparece
su alegre faz, y en torno se oscurece
el cielo, con tiniebla de horror llena.
El Austro proceloso airado suena,
crece su furia, y la tormenta crece,
y en los hombros de Atlante se estremece
el alto Olimpo, y con espanto truena;
mas luego vi romperse el negro velo
deshecho en agua, y a su luz primera
restituirse alegre el claro día,
y de nuevo esplendor ornado el cielo
miré, y dije: ¿Quien sabe si le espera
igual mudanza a la fortuna mía?.
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