domingo, 2 de diciembre de 2012

PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO 2012

Libro de Jeremías 33, 14-16

33, 14  Mirad que vienen días, -oráculo de Yahveh-  , en que confirmaré la buena palabra que dije a la casa de Israel y a la casa de Judá.
33:15 En aquellos días y en aquella sazón  haré brotar para David un vástago legítimo y practicaré  el derecho y la justicia en la tierra.
33:16 En aquellos días Judá será salvo, y Jerusalén habitará segura. Y se le llamará así: Yavé, justicia nuestra.


Evangelio según San Lucas 21, 25-28.  34-36

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
21,25   Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y del oleaje.
21,26   Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad, ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros temblarán.
21,27   Entonces, verán al Hijo del Hombre venir en una nube, con gran poder y majestad.
21,28   Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.»
21,34   Poned atención: que no se os embote la mente con el vicio, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, de modo que os sorprenda de repente aquel día,
21,35   pues caerá como trampa sobre todos los habitantes de la tierra
21,36   Velad en todo momento, pidiendo poder escapar de cuanto va a suceder y presentaros ante el Hijo del Hombre.


Hoy el Primer Domingo de Adviento, recordamos las palabras de Jeremías, en la que nos anunciaba que vendrán días que en la tierra, la justicia y el derecho, de la providencia del que llamaremos "Señor-nuestra-justicia".
Y San Lucas nos trae las palabras de Jesús; que estemos atentos a la venida del Hijo del Hombre, y que no se nos embote la mente con las cosas mundanas, que no nos deje ver más allá de nuestros deseos humanos y no seamos capaces lograr el alcanzar nuestra salvación.
No hace mucho leí el cuento infantil "Hielo en la Selva", en el nos cuenta que solo un animal fue capaz de no embotarse y . . . . ., ;pero mejor que lo leas:


Un gran bloque de hielo apareció en el centro de la selva una mañana cualquiera. Era un bloque de hielo inmenso, alto como un árbol y grande como cien elefantes, y además, estaba tan frío que nadie se atrevía a acercarse. Pero lo que más intrigó a todos los animales fue el gran tesoro que guardaba en su interior. Tanto, que el propio rey león dijo aquel mismo día que quien fuera capaz de liberarlo, sería su sucesor como rey.
No acabó de decir aquello, cuando todos perdieron su miedo al frío y se lanzaron a por el bloque con toda su furia. Bueno, todos menos la comadreja, que se quedó parada un buen rato mirando el bloque, viendo como los demás animales montaban una alboroto enorme, todos amontonados. El elefante usaba su trompa como un martillo, hasta que le dio un buen porrazo a un gorila y tuvieron que ir a la enfermería. El tigre clavaba sus garras como una taladradora, pero una vez las clavó tanto, que se enganchó y al sacar la zarpa se le rompieron las uñas. Varias gacelas se dedicaron a chupar el bloque al darse cuenta de que estaba hecho de agua helada, pero con tanto helado les dio un empacho tan grande que ya no querían ni probarlo. Los monos estaban decididos a destrozar el bloque, y lanzaban plátanos y piedras como si fueran ametralladoras, pero dieron tantas pedradas al resto de animales, que tuvieron que suspender sus lanzamientos. Y así siguieron todos, intentando romper el bloque a lo bruto durante todo el día sin ningún resultado. Al paso que iban, y viendo lo lentamente que se deshacía tanto hielo, tardarían más de una semana.
Pero justo entonces alguien dijo:
- ¡Mirad! ¡Algo se mueve en el bloque!
Y era verdad, aunque no se veía bien, algo correteaba en el centro del bloque, junto al tesoro... ¿Estaría vivo el tesoro? ¿tendría un dueño que vivía allí?
¡Nada de eso! Era la comadreja, que al poco apareció junto a los demás con algunas piezas del tesoro. Todos estaban impresionados de ver cómo la comadreja había llegado al tesoro sin destrozar el bloque, y después de felicitarla, les pidieron que les contase cómo lo había logrado. Entonces la comadreja contó cómo antes de lanzarse a romper el bloque, se había dedicado a pensar y observar: era un bloque demasiado grande para romperlo a golpes, y tardaría mucho en fundirse por el calor del sol, porque el tesoro estaba en el centro y cerda del suelo, donde no daban los rayos. Y entonces se le ocurrió que podría llegar al bloque por debajo, haciendo un túnel; desde allí hizo un pequeño fuego que comenzó a derretir el hielo rápidamente, ¡y sin apenas esfuerzo pudo llegar al tesoro!
Y así fue como la comadreja llegó a ser la reina de la selva, al demostrar a todos que se consiguen más cosas pensando que lanzándose a hacerlas a lo loco.

La comadreja no se le llenó de codicia, y buscó el mejor camino para alcanzar el tesoro.
Seamos como ella, sigamos el mejor camino para recibir al Hijo de Dios.

enlaces:
http://cuentosparadormir.com/
http://odresnuevos.wordpress.com/

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