miércoles, 20 de abril de 2011

POTAJE DE BACALAO CON ESPINACAS

No sé cuál sería la razón para que mi madre desde el Viernes Santo hasta el Miércoles de Ceniza del siguiente año no hiciera, salvo en muy raras ocasiones, el Potaje de Bacalao con Espinacas, eso sí desde el Miércoles de Ceniza inclusive hasta el Viernes Santo, casi era fijo que todos los viernes tuviéramos Potaje de Bacalao con Espinacas, alternado con Potaje de Garbanzos, que era casi lo mismo pero sin bacalao.
Pero era el del Viernes Santo el que tenía aún más sabor y comíamos con más gusto, seria por la religiosidad que ella ponía en esa comida, ya que había que terminar de comer antes de las tres de la tarde, y no podíamos repetir por mucho que nos gustara, "aunque quede -nos decía- que hay muchos pobres esperando", y no sé cómo hacíamos pero nunca sobró, siempre pensaba ponerme un poco menos para ver si era verdad que no podía repetir, pero nunca me atreví pues mis hermanos se servían muy despacio para ver si alguno no tenía tanta gana para ponerse un poco más.
Algunos años más tarde cuando ya mi hermanos no vivían en casa, aunque más de un Viernes Santo vinieron a comer el Potaje de Bacalao con Espinacas recorriendo más de 500 km., me enteré que mi madre hacía tres raciones más para unas personas que ella personalmente cuando marchaba a recorrer las estaciones les llevaba, también ese rito de las tres raciones tenia para mi madre el su porqué.
No sé si tenía algún otro secreto para conseguir tan sabroso plato, lo que recuerdo, aunque tengo mis dudas, son los ingredientes, y las cantidades voy a poner lo que ella me mandaba a comprar, claro que si no estoy equivocado era para ocho o nueve personas.
Ingredientes
El día anterior por la mañana mi madre me mandaba a comprar a la tienda que había cerca de casa,
Media hoja de bacalao, (900 g)
Seis manojos de espinacas. (500 g)
Tres cuartos de kilo de garbanzos.
Dos pimientos morrones secos.
Una cabeza de ajos mediana
Una cebolla grande (100 g)
Un tomate grande.
Además de otros ingredientes que había en casa, que son
Aceite un vaso
Laurel dos hojas
Agua
Sal
Azafrán
Pimentón
Vino blanco de mesa
Creo que no se me olvida nada ¿. .?, ¡ah! sí también me pedía que fuera a comprar un kilo de carbón, porque esta receta es de cuando aún no había butano ni hornillas eléctricas. Y por cierto todo esto había que comprarlo cuando era la Semana Santa el Miércoles, porque el Jueves y Viernes estaba todo cerrado.

Ahora viene lo más complicado, pues como era un simple mirón, pues eso, no sé si es así la Preparación y Elaboración
La Preparación que hacía mi madre era:
Ponía el bacalao en remojo durante 24 horas en agua bien fría cambiándosela dos o tres veces, durante ese tiempo.
Los garbanzos la noche anterior los ponía a remojo bien cubiertos de agua casi templada, y con las hojas de laurel.
La Elaboración. Aquí sí que me puedo equivocar, pero pondré todo mi interés en recordar como lo hacía.
Primero ponía los garbanzos en una olla grande con media cabeza de ajo un poco de aceite y el laurel, ¡ah! , y una pizca de sal, y a todo eso le ponía agua que previamente ya había calentado.
Ni que decir tiene que anteriormente había encendido el carbón a base de papel de periódico y mucho soplillo, misión que a mí me encomendaba. Esas ascuas se introducían en lo que es el quemador de la cocina y en pocos momentos toda la superficie que eran de hierro desprendía un fuerte calor, y sobre una de las bocas ponía la olla con los ingrediente antes descritos, para que cociera lentamente durante. . . ., pues no sé cuánto tiempo, pero hasta cuando estuvieran los garbanzos tiernos.
Mientras preparaba el bacalao poniendo en una fuente los trozos apoyados por la piel para que se secara. En una sartén, ponía un chorreón de aceite y hacia un sofrito con la otra mitad de la cabeza de ajos y la cebolla ambos picados muy menudos. Cuando empezaba a tomar color, ponía una cucharadita de pimentón, y el tomate pelado, y al retíralo del fuego le ponía una vasito de vino blanco que producía un chisporroteo y agradable olor.
Este sofrito lo pasaba a un almirez, le añadía un pimiento morrón y lo machacaba todo, trabajo que de vez en vez me encargaba lo hiciera.
En la sartén todavía caliente donde había hecho el sofrito ponía los trozos de bacalao siempre sobre la piel, las hojas de las espinacas picadas y limpias, y el sofrito que yo había machacado. La sartén la dejaba sobre la placa de la hornilla solo para que mantuviera calor, pues de este modo el bacalao se impregnaba del sofrito.
A partir de ahora todo era un poco contrarreloj, me explico.
En menos de una hora teníamos que sentarnos a la mesa y aun había que agregar los garbanzos, el bacalao, el sofrito, las espinacas, el otro pimiento morrón cortado en cuatro o seis tiras y un poquito de azafrán, para que todo junto cociera durante unos cuarenta minutos, pero para eso los garbanzos tenían que estar tiernos pero no desechos, y si era así, como siempre fue, a las dos menos diez del Viernes Santo todos estábamos sentados a la mesa, y mamá en una sopera presentaba El Potaje de Bacalao con Espinacas, y cada uno de nosotros nos servíamos lo que considerábamos nos podíamos comer.
Lo he olvidado a propósito pero vamos a decirlo, preparaba en una salsera aparte un par de huevos cocidos y pimientos rojos cocidos picados. Mas yo no me ponía, del huevo duro soy poco amigo.
Y nada más, espero que no me falte nada que sea imprescindible sin lo cual no puedas hacer "El Potaje de Bacalao con Espinacas"

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