A CRISTO CRUCIFICADO
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido;
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
¡Tú me mueves, Señor!; muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme ver tu cuerpo tan herido;
muévanme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme en fin, tu amor, y en tal manera
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que me dar porque te quiera;
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
el cielo que me tienes prometido;
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
¡Tú me mueves, Señor!; muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme ver tu cuerpo tan herido;
muévanme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme en fin, tu amor, y en tal manera
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que me dar porque te quiera;
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
Soneto Anónimo del
siglo XVII
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