En este Segundo Domingo de Adviento, el evangelista San Lucas nos escribe (3,1-6):
En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, Herodes virrey de Galilea, su hermano Filipo virrey de Iturea y Traconítide, y Lisanio virrey de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de Dios sobre Juan, el hijo de Zacarías, en el desierto, y Juan recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados.
Esto sucedió como esta escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: «Una voz grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios.»
Hoy, como hace ya veinte siglos, los personajes de las diferentes esferas del poder político y religioso, que controlan y planifican y dirigen todo, se olvidan del acontecimiento decisivo para el ser humano, consistente en preparar el camino para que Dios hecho hombre en Jesús llegue hasta nosotros, y que al fin de nuestros días, nosotros podamos llegar a estar con Él.
El Evangelista, no solo ha pretendido dejar constancia de un hecho histórico y en que tiempo ocurrió, dando detalle de los nombres de los mas importantes mandatarios del momento, también nos hace reflexionar, que lo esencial no está en la manos de esos poderosos, ellos desaparecen y son sustituidos por otros, lo primordial es la gracia y el perdón de Dios, que esta en todas partes para todos aquellos que lo aceptan, y perdurará eternamente.
También Lucas lo puntualiza muy claramente y nos indica, que el bullicio de las grandes ciudades, que la inmoderación de los hombres, no nos deja oír la voz de Dios, y por eso nos dice «la Palabra de Dios vino sobre Juan en el desierto»
Preparemos el camino de la venida de Jesús, limpiando nuestros corazones de perecederos orgullos y ostentaciones, abramos nuestros oídos y sepamos discernir y escuchar la autentica palabra de Dios.
Dios siempre está a nuestro lado, abramos los caminos para acogerlo encarnado en Jesús, y que todos vean la salvación de Dios.
fuente de la imagen y texto del Evangelio: Odres Nuevos
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