Somos los habitantes de la tierra moradores del
universo, y estamos obsesionados en ponerle lindes al infinito. Nuestros
antepasados miraban al horizonte y avistaban el cielo, y allí suponían estaba
el final, pero ¿dónde empezaba? Con el paso del tiempo la Astronomía fue
demostrando que este cielo es tan inmenso que no empieza en parte alguna, y así
durante siglos quisimos entender que ese cielo era el infinito.
Y de tanto buscar donde termina el universo,
fuimos descubriendo como el cielo ya no es aquella bóveda tachonada de clavos
que describía ^-Anaxímenes-^, ni las constelaciones son aquellos seres
fantásticos de la Mitología, con los que algunos de nuestros antepasados se
entusiasmaban. Hoy sabemos que son soles inmensos luminares, rodeados quizás de
planetas como nuestra Tierra.
hera amamantando a hercules |
Y buscando el origen de nuestro ^-Sistema
Solar-^ hemos conocido que entre todo ese cielo
maravilloso de centelleantes estrellas, formamos una pequeña parte de esa
sugestiva franja blanquecina algo irregular que cruza de este a oeste la bóveda
celeste, que en la antigüedad creían había sido, en el origen del mundo, el
primer camino del Sol. Para los griegos, que por su aspecto lechoso la llamaban
galaxia (del gr. γαλαξίας, lácteo),
era un testimonio evidente del despecho de ^-Juno-^ por los
amoríos de Júpiter:
”La Vía Láctea había resultado de las gotitas de
leche que Juno dejó caer cuando amamantaba a Hércules” (*1)
Pese a que el filósofo griego Demócrito que vivió
entre los siglos V-IV a. C., había comprendido que la Vía Láctea era el efecto
de perspectiva del incontable número de estrellas extraordinariamente alejadas que
la conforma, falsas opiniones sobre la estructura del Universo, como la de
Arquímedes que en el sigo III a.C calculó que en todo el cabían a lo sumo 1071
granos de arena, disminuyeron el Universo.
Pero al llegar la Edad Media el Cielo, aún se
consideraba más reducido, los sabios de aquella época, fiados por las lecciones
de Aristóteles, siguieron propugnando el complicado cielo de las esferas
cristalinas, con la Vía Láctea a pocas millas de la Tierra. Y aún en los
tiempos de Copérnico, que formuló la teoría de ^-heliocéntrica-^, los grandes astrónomos creían en un Cielo
pequeño.
“La distancia de la Tierra al Sol es pequeña
comparada con la distancia a las estrellas”.- Copérnico
--La puerta al infinito se entreabría.
El
hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que la ciencia logra abrir.
Apostilla (*1) Relato copiado de del Tomo 1 Enciclopedia Labor segunda edición 1962. No he encontrado otros que lo ratificaran, mas si se trata de una leyenda de los griegos parece más probable fuera la diosa Hera, ya que Juno es una diosa itálica y luego romana asimilada a Hera
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