Cuando el pasado 24 de febrero, en el Senado, dos mujeres se abrazan mientras que otras aplaudían, hubiera deseado entrar en la mente de todas ellas, para conocer la verdad de esos aplausos y la razón de ese abrazo.
Desearía conocer, si aplaudían por el triunfo de un fracaso para la sociedad, o por el desengaño de la sociedad ante el triunfo de la demagogia.
Y viene a cuento porque esa Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo, aprobada en el Senado, empobrece la dignidad del ser humano, o al menos así lo considero al leer en la ley que: "Se prescindirá de esta información (a los padres o tutores) cuando la menor alegue fundadamente que esto le provocará un conflicto grave, manifestado en el peligro cierto de violencia intrafamiliar, amenazas, coacciones, malos tratos, o se produzca una situación de desarraigo o desamparo".
“No hay malas hierbas ni hombres malos. Solo hay malos cultivadores” Victor Hugo.
Desearía conocer que sentía el corazón de cada una de ellas, si lloraba por no haber sabido impregnarla de amor, para hacerle concebir, por su doble condición de mujer y política que; "en manos de ellas está la vida".
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