miércoles, 12 de agosto de 2009

LO OÍ EN EL TALGO

Hace no se cuantos días, que han transcurrido sin escribir, y es que desde mediados del mes de Junio, se agolparon tantos y dispares acontecimientos en mi vida, que me impidieron hacerlo, o quizás, para ser mas auténtico, no tenia mi mente ni mi corazón dispuestos hacerlo.
Hoy quisiera volver a encontrarme con mi blog, tengo tantas cosas que decir, pero mi corazón no deja que mi mente las ordene, así, aunque de manera absurda, no se me ocurre más que transcribir, no se si era un chiste o una fabula, que en el asiento de atrás del tren en el que viajaba, oí contar a una mujer.

Se trata de un hombre que va a consulta de su medico, doctor afamado por sus diagnósticos y por su opulencia.
Una vez terminada la auscultación, el médico, en tono muy enérgico, le dice a su paciente:
-En los próximos meses nada de fumar, nada de beber, nada de salir con mujeres ni ir a comer a esos restaurantes caros, y nada de viajes ni vacaciones, ni ir al casino a juagar
-¿Hasta que me recupere doctor?- pregunta el paciente.
-¡No, hasta que me pague todo lo que me debe!
El paciente se las ingenia para sacarle el dinero de la minuta al propio medico, y para ello decide vestirse de pordiosero, y esperó en la puerta del Policlínico a que saliera el doctor en su lujoso automóvil Mercedes Benz. Cuando lo vio se dirigió hacia la ventanilla y le dijo al doctor:
- Señor, ¿podría darme diez euros para comer?
El medico, que no reconoció a su paciente, le dijo:
- Pero, ¿no te los irás a beber, verdad? - No señor, nunca en mi vida he bebido alcohol.
-Entonces, ¿te lo vas a gastar en cigarrillos? - No señor, no fumo, ni nunca lo he hecho.
- ¿Te los vas a gastar mejor jugando y apostando con los otros pedigüeños? - De ninguna manera. Nunca juego ni apuesto nada.
- ¿Te los piensas gastar en mujeres, acaso? - Jamás he salido con ninguna mujer que no fuera mi novia, convertida luego en mi esposa hasta que me abandonó.
-Entonces toma, no diez, sino cien euros. Pero vente a comer a mi casa. Quiero invitarte a una buena comida casera y así podrás ahorrarte el dinero de la comida.
Sorprendido el paciente disfrazado de pordiosero, sube al impresionante coche y ya en el camino pregunta:
- Oiga, doctor, ¿no se enojará su esposa al ver llegar a alguien como yo y que se siente a la mesa a comer?
-Probablemente sí -contesta el doctor- pero valdrá la pena.
-¿Por qué, doctor?
-Tengo interés en que ella vea en qué se convierte un hombre que no bebe, no fuma, no juega, no baila, ni sale con mujeres que no sea su esposa.

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