El jueves mi dueño como otras veces me llevó al Castro, muchas ganas de ir no tenia, ¡¡hacia un frio!! pero no podía perder la ocasión, pues entre el nieto y no se que más cosas, un día por otro, me quedaba en casa.
De la forma que se vistió y las cosas que comentaba con mi dueña, sabia que me iba a llevar, pero como tarda tanto, ya me estaba poniendo nerviosa. Vi que cogía la cámara fotográfica, y no un periódico como otras veces, así que tendría que estar más pendiente de él, pues se pone hacer fotografías, ¡que luego ignoro que hace con ellas!, y se le olvida que quiero volver a casa, que eso es otro tema que algún día os contaré.
Y efectivamente llegamos al Castro y empezó hacer fotografías hasta de las hojas de los arboles, se puso hablar con el dueño de otra colega mía, y oímos que le decía algo así:
-Siete o nueve arboles en su día aquí talaron, alguno de ellos casi centenarios, para rescatar unos restos antiguos, casas del siglo II antes de Cristo-. (Y casi rima)
Recordé que allá por el verano, mi dueño me dijo lo de las casas, y él seguía hablando, al dueño de mi colega no lo dejaba decir “ni pio”: (polilla en el veterinario)
-Y ahora un muro de hierros cerca el lugar, donde con cemento y materiales modernos han rehabilitado “los lares” que los celtas un día habitaron, y sabe Dios, si alguno de ellos, los primeros emigrantes gallegos fueron, y al hoy Nueva York llegaron, antes de que con elefantes Aníbal atravesara los Alpes-.
-Hombre -dijo el dueño de mi colega-, el fin justifica los medios-.
-Algunas veces si, ¿pero no cree que estos tres arboles no era necesario utilizarlos como medio, cercenándolos, para llegar a este fin?- dijo mi dueño señalando tres pies de arboles talados, sin para él, fundamento.
Sé que mi dueño tiene más fotografías le diré que las ponga algún día, y por hoy solo me resta deciros que recibáis, a los que esto leyere, un saludo de vuestra amiga Polilla
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